MRCD016 - MUTANTES MELANCÓLICOS - A PARTIR DEL SILENCIO DE UN PARAÍSO ARTIFICIAL - UN POCO DE HISTORIA

Ardiente moderación. Renovados bríos de experimentada sensualidad. Todo se debe a las contingencias de la furia poética. Se abren nuevamente las puertas a lo absurdo, a lo irracional, a lo espontáneo, a lo inesperado. Tal como en un cadáver exquisito, se construye a partir de recortes, de retazos, de injertos. Porciones de sonidos, de melodías, gestados gracias a la asociación libre, a la improvisación, se encuentran, se apilan y se entrelazan. La vibrante multitud de timbres resuena para proponer una danza sin época ni tiempo. La aleatoriedad en la concepción no es un escollo para arremeter con los sentidos y sorprender al escéptico más avezado. 

¿Quién dijo que las técnicas de collage sirven únicamente para las artes visuales? ¿Quién dijo que la improvisación y la espontaneidad sirven solamente para interpretar música de jazz? ¿Quién dijo que los sintetizadores y las computadoras sirven exclusivamente para componer y grabar música electrónica? ¿Quién dijo que un pedazo de metal, un tubo de plástico, una copa de vino o un par de rocas no son instrumentos musicales? ¿Quién dijo que las cuerdas oxidadas de una guitarra vieja, llena de polvo y pelusa, no pueden invitar a tararear una melodía memorable? ¿Quién dijo que robar algún sonido es un delito que incumbe a la propiedad intelectual cuando al fundirse con otros generan un timbre nuevo e inédito? ¿Quién dijo que la música tiene que obedecer a la linealidad, a la secuencialidad? ¿Quién dijo que el amontonamiento de sonidos y de melodías no es una técnica de composición? ¿Quién dijo que mutilar poesías reconocidas y respetadas es un sacrilegio? ¿Quién dijo que un hombre solo no puede generar todo este batifondo? ¿Quién dijo que existen recetas para la expresión y la creatividad? 

Una invitación para musicalizar un poema de Richard Brautigan sirvió de puntapié inicial para este proyecto. Disponer de tan solo una semana para componer la música, idear los arreglos y grabar la canción fue un gran desafío. Cada una de las partes que conforman esta canción fueron grabadas un sábado por la tarde. Al día siguiente, se pergeñó la estructura y se superpusieron arpeggios, sonidos y efectos, gracias a las triquiñuelas de la edición digital. La voz fue grabada al día siguiente. Durante  esa semana, los invitados que hicieron sus aportes a distancia tanto desde el extranjero como desde el interior del país, enviaron sus grabaciones para añadir ese “no sé qué” presente a lo largo de todo el álbum. 

La experiencia fue tan estimulante y enriquecedora que no se pudo contener el renacimiento de entre las cenizas de Mutantes Melancólicos. Su energía creativa, su juventud de espíritu y su desfachatez le sirvieron para animarse a enfrentarse a poemas clásicos, manipularlos y adulterarlos sin culpa para crear un proyecto inusual en una carrera sin rumbo fijo.

Tan solo cinco meses más tarde, un total de ocho canciones – cercanas a un injerto sonoro que coquetea con la fusión del spaghetti western intergaláctico con la poesía surrealista – dio lugar a un álbum espontáneo, ni planeado ni proyectado. Aunque sí, de anticipación. 

Ya que muchas de las partes de la música fueron encontradas y superpuestas – a veces encajadas o encastradas, para crear la portada de este álbum se sustrajeron fotografías de un ambiente desértico – que resultaba estimulante para acompañar estos sonidos – de un perfil de una conocida red social. Sin ningún tipo de culpa, se alteraron sus colores, se intercalaron sus formas, se crearon nuevas imágenes de paisajes y paraísos artificiales, nuevamente, gracias a la edición digital. 

Compuesto, interpretado, producido y grabado por Gustavo Madrid entre los meses de junio y diciembre de 2022 en El Rosario con la participación de: Omar Scavone, Jorge Pablo Almejún, Christophe Gallien, Philippe Heywang, Leo Kaplan, Christian Zerba, Juan Ignacio Ferreres y Marcelo Pérez. 

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