El título de este álbum se lo debo a mi amigo Leo Leos quien cuando se enteró que en las canciones usaba guitarras acústicas debe haberse imaginado que buscaba acercarme peligrosamente a la música folk o a la música country sugirió, en broma, un título que finalmente adopté como definitivo.
ESTOY HAMBRIENTO
En 1993 se pusieron de moda los recitales de versiones acústicas plagados de los “greatest hits” de las bandas. Para estar en la cresta de la ola, decidí grabar y publicar MATARON A LAS MUJERES, VIOLARON A LOS CABALLOS, un mini-álbum en el que aparecía solo una versión acústica de una canción previamente publicada en su versión eléctrica: “Estoy hambriento”. Muy gentilmente, mi estimadísimo amigo Jorge Pablo Almejún me prestó su guitarra acústica para que pudiera realizar este proyecto.
SÓLO UNA NOCHE MÁS
El título de este álbum (MATARON A LAS MUJERES, VIOLARON A LOS CABALLOS), sugerido por mi amigo el artista plástico Leo Leos, rescata mi interés por el género cinematográfico de los spaghetti western y por su música. Interés que perdura desde mi infancia.
Probablemente se trate de una canción de amor, aunque nunca lo sabré ya que cuando escribí esta canción (y muchas otras) le daba más importancia al sonido de las palabras que a su sentido.
DEMASIADO JOVEN
Recuerdo que la melodía del bajo de esta canción la fui tarareando mientras viajaba en colectivo hasta llegar a mi casa para no olvidarla.
Prefiero la versión eléctrica en la que los cruces que había previsto para las guitarras quedaron mejor logrados, sin embargo, la base con guitarras acústicas me dio grandes posibilidades en las interpretaciones de las versiones que hice en vivo.
LA ÚLTIMA CENA
Otra trampa en la que cayeron los que pensaban encontrarse con un amplio abanico de sonidos acústicos: es cierto que la guitarra rítmica es acústica, sin embargo, no solo incorporé mi órgano y mi piano eléctrico sino que también conecté los tres o cuatro pedales de distorsión que tenía y un delay a mi guitarra eléctrica.
TERMINA LA AGONÍA
Una de mis canciones preferidas para tocar en vivo. Lo que más me gustaba era que podía jugar con la voz y producir desde un susurro aterrador hasta un grito despiadado. Existen dos versiones de estudio. Una acústica, en la que conseguí que una chica llamada Cecilia Costa tocara el saxo. Una eléctrica, en la que Leo Kaplan tocó la trompeta.
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